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2008. Fernando Llanos. DEJÀ VU, 2005

 

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DEJÀ VU, 2005
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Presentada en la Casa del Lago, Ciudad de México


A.
La Casa del Lago es un monumento histórico con un pasado muy completo: en 1908 nace en la única zona lacustre de la antigua Venecia mexicana como la sede del Automóvil Club. Después, fue escenario de tertulias y bailes de la aristocracia mexicana y de elegantes reuniones durante las fiestas del centenario de la Independencia. Hasta llego a ser la residencia particular del expresidente Adolfo de la Huerta, las oficinas de la Secretaría de Agricultura, y la dirección de Estudios Biológicos de la Universidad Nacional. En 1959 se vuelve un Centro Cultural extramuros de la UNAM, convirtiéndose en el mayor espacio formativo del público nuevo, el modelo de casa de cultura en el país y el centro cultural de más renombre en América Latina de esa época.
Es ahí donde, muchos años después, Andrea di Castro presenta su primera tele-instalación y donde después Sarah Minter impartiría su primer taller de videoarte.
Hoy en día tiene un promedio de cerca de 4000 visitantes por semana.

2.
“Déjà vu” significa literalmente en francés “ya visto”, es una experiencia que los psiquiatras definen como “cualquier impresión subjetiva inapropiada de un presente pero que es familiar a un indefinido pasado”.
Algunas teorías dicen que tiene que ver con los deseos no realizados, que es la expresión del deseo de repetir una experiencia pasada, pero esta vez con resultados mas satisfactorios. 70% de la población ha experimentado alguna vez un déjà vu.

III.
Esta es una pieza que habla sobre la memoria, o mejor dicho “sobre la falta de...”.
Sobre la voluntad en relación a situaciones y hechos pasados y/o por venir.


Ernst Kapp, reflexionó sobre la idea de que todos los aparatos son extensiones del cuerpo y que en su construcción reflejan, ya sea de manera directa o velada, una forma de entender nuestra naturaleza. La cámara de video nos permite visualizar e interpretar mejor cómo funciona
el acto de recordar, a partir de generar un recorrido temporal de imágenes capturadas por el anhelo de recrear una vivencia. El acto de traer algo a la memoria es íntimo, la cámara de video ejemplifica esa forma de asir lo inasible y pone de manifiesto su esencia efímera.

La materialidad del recuerdo es similar a la de la imagen-movimiento, es una colección de datos capturados, ya sea por la mente-humana, o por la mente-cámara; sólo que el video genera una vivencia colectiva, donde la intimidad queda plasmada en un gesto masivo, para hacer que el transcurso del recuerdo se altere, ya que en el momento que son captadas las imágenes por el ojo-cámara se vuelven un cúmulo de pasados que se conservan.

De esta manera Fernando Llanos extiende su cuerpo en una máquina de tiempo, en un artefacto rústico donde quedan aprehendidos los instantes que demoran. El juego consiste en descifrar y mostrar el momento que tarda en llegar lo capturado, de alguna manera hace evidente el proceso del mecanismo, para dejar libre el acceso de la manualidad de la tecnología.

El proyecto sirve de impulso para detonar conciencia de lo complejo de la técnica y a su vez poner atención en los hechos, en ese pasado que queda impregnado en un lugar para escuchar su propia crónica. Al indagar en el interior de cada sitio hallaremos el eco de miles de sucesos, donde la mente del artista puede recrear, re-significar y brindar una lectura abierta para que de una cinta se disparen recuerdos con aroma a déjà vu.

Liliana Quintero
* Fragmento del texto publicado en el catélogo de la exposición México 70.


Más fotos, textos y video sobre esta pieza: www.fllanos.com/dejavu

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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